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La Asamblea de la República portuguesa revisará la ley de nacionalidad. Esta propuesta, del Partido Comunista Portugués (PCP) y del Partido Personas-Animales-Naturaleza (PAN), pretende otorgar a los hijos de emigrantes, que lleven un año en Portugal, la nacionalidad lusa desde su nacimiento. En el país nacen, cada año, 86.579 niños, lo que hace que sea la nación europea donde menos nacimientos hay. En España, los nacimientos están en torno a los 9,1 por cada 1.000 habitantes, y la población emigrante es esencial para la renovación generacional.

Antes de este nuevo cambio en la ley, se necesitaban dos años para hacer esta solicitud. Para obtener la nacionalidad portuguesa basta con que uno de los progenitores necesite vivir en el país. Esta estancia en el territorio nacional puede ser irregular (pero sin orden de expulsión).

La medida pretende revisar algunas de las lagunas existentes en la primera ley de nacionalidad, aprobada en 1981, y que no ha tenido en cuenta varios nacimientos ocurridos en el territorio nacional, de hijos de ciudadanos procedentes, mayoritariamente, de los PALOP (Países Africanos de Lengua Oficial Portuguesa); y que, sin documentos, no pueden acceder a los más elementales derechos, como estudiar, trabajar o viajar libremente por el territorio europeo.

Los hijos de los extranjeros en Portugal que hayan nacido entre 1974 y 1981 también podrán tener pasaporte nacional. Este documento va a flexibilizar la obtención de la nacionalidad portuguesa por parte de inmigrantes, de más de 18 años, y que viven en el país desde hace, al menos, cinco años.

La África portuguesa y los judíos sefardíes vuelven a ser recordados por la historia

Hasta 1975, en Portugal se aplicaba el criterio del ius soli; es decir, para ser portugués se tendría que haber nacido en el territorio nacional, independientemente de ser en la «metrópoli», o en alguna de sus colonias ultramarinas. Sin embargo, todo esto cambió por la descolonización. Quien fuera originario de Macao; Goa; Damão, y Diu mantenía la nacionalidad, pero no los ciudadanos de la África portuguesa, que perdieron el derecho a ser portugueses. Sólo aquellos que vivieron en el país más de cinco años, o eran descendientes directos de portugueses pudieron mantener este derecho. Un derecho que, en breve, podrá ser restablecido a miles de personas. Personas cuyas familias fueron divididas sólo por la fecha de nacimiento; transformándolos apátridas, con el peligro de ser deportados.

Con todo, los judíos sefardíes tampoco han sido olvidados, aunque, esta vez, con consecuencias negativas. Las comunidades judías se oponen a una propuesta del Partido Socialista (PS), que pone duda que los descendientes de judíos hayan ganado la posibilidad de obtener el pasaporte portugués después de una ley aprobada en 2015. Para ello, cuando esta idea «nació», estas personas tenían que demostrar que tenían en su árbol genealógico vínculos con el país en los últimos 500 años.

La obligación de dos años de residencia en Portugal ha sido rechazada por algunos veteranos de la política portuguesa, como es el caso de Manuel Alegre, y de los judíos portugueses, que creen que esta «enmienda vulnera la ley y perjudica los intereses y la afirmación de Portugal como un país que supo sacar una buena ventaja del reconocimiento de sus errores». En cartas dirigidas a Marcelo Rebelo de Sousa recuerdan la pertenencia histórica que esta comunidad tiene a Sefarad, la palabra hebrea que designa la totalidad de la península ibérica, lugar de donde salieron en 1496 después del Decreto de la Alhambra.

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